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Fridays for Future

Fridays for future se formó a partir de la iniciativa de Greta Thunberg en el verano de 2018, en cual durante el mes de agosto se sentó frente al Parlamento sueco en horario lectivo todos los viernes de agosto hasta que llegasen las elecciones generales suecas. Tras esto surgió el movimiento de Fridays, que consiste en manifestarse los viernes, siguiendo este origen. Se extendió a varios países y ciudades. Aquí en Madrid nació en febrero de 2019. Hay muchas personas en el grupo de Madrid, más de 300, pero trabajamos según la disponibilidad que tengamos cada una. La franja de edades estará entre los 15 y los 30 años, somos gente joven en su mayoría, pero es un colectivo abierto y puede participar gente más pequeña y más mayor.

Nos ha contestado esta entrevista Paula Mancebo, una de las portavoces de Juventud por el Clima.

A las personas de más edad, hay que hacerles pensar en ¿Qué pasará con tus hijos?

PREGUNTAS Y RESPUESTAS

Para aquellos que no os conozcan. ¿Qué es Juventud por el clima?

Bueno, ahora mismo es la organización a nivel estatal en España de lo que es ahora Fridays for future, que en su momento se llamó así pero luego se quedó como Fridays a nivel regional y local. Somos un colectivo ecologista formado especialmente por gente joven, que se organizan de manera horizontal y asamblearia, y que se basa en las acciones periódicas los viernes, pero también contempla otras acciones, como la Week for future del 20 al 27 de septiembre y, por ejemplo, diversas manifestaciones que se han dado en Madrid, mismamente.

¿Qué motivos han llevado a la convocatoria de la Huelga por el clima del 27 de septiembre?

Como todo lo que mueve a este colectivo, la preocupación por la emergencia climática y la falta de medidas contundentes ante la misma. Y más concretamente, la Cumbre Climática celebrada a partir del día 23 de septiembre, que se supone se convocó con la intención de poner por fin en marcha las medidas acordadas en el Acuerdo de París, que se firmó en 2015 y que no ha tenido ninguna validez hasta la fecha, y por eso mismo nos hemos coordinado a nivel internacional los Fridays for future de muchos países y ciudades para llevar a cabo una semana de acciones que culmina con una huelga y una manifestación para pedir a los gobiernos en esas fechas tan importantes que pongan de una vez sobre la mesa medidas ambiciosas que puedan frenar la crisis climática y ponerlas en marcha.

¿Existiría este movimiento global ecológico sin Greta Thunberg? ¿Qué es lo que hizo que esta adolescente inspirara un movimiento internacional como Friday For Future?

Yo creo que de no ser ella, otra persona habría tomado la iniciativa y el mismo desarrollo que hemos tenido habría ocurrido. No le quito mérito a ella, porque ha sido una inspiración fortísima y necesaria, pero hemos visto a cantidad de jóvenes comprometidos con esta lucha e igual de indignados. Al igual que fue Greta, podría haber sido uno de ellos.

Lo que hizo Greta Thunberg en 2018 fue ir a sentarse todos los viernes de agosto durante el horario lectivo frente al Parlamento sueco, llevando un cartel que decía “Huelga escolar por el clima”, hasta las elecciones generales suecas de septiembre de ese año. Lo que inspiró el movimiento fue la reflexión que venía acompañada de la huelga: si no tengo futuro, ¿para qué voy a estudiar?

Se dice que esta generación es la mejor preparada de la historia. Ante sí, el gran reto de revertir el deterioro medioambiental. ¿Cuáles creéis que son sus armas principales para lograrlo?

Bueno, algo que es fundamental para cualquier lucha y que esta generación joven tiene de sobra es la determinación. Ellos, más que los adultos, se enfrentan a una amenaza muy real que van a experimentar en su totalidad, y si quieren vivir tienen que actuar. Además de eso, las alertas sobre el cambio climático llevan produciéndose desde los años 70, pero nunca han sido tomadas en consideración ni explicadas en colegios o universidades, ni siquiera aparecían con relevancia en la televisión y los periódicos. Sin embargo ahora, todos esos adolescentes han crecido siendo bombardeados por estas alertas, estos miedos, estas realidades que ya les empezaban a afectar de manera muy visible, y tienen mucha más conciencia, más cultura y más medios de los que tuvieron las generaciones mayores en sus días. Todo esto es lo que les hace fuertes. Eso, y que ellos son el futuro, los que van a empezar ahora a dirigir el mundo y a llevarlo por los caminos necesarios para hacerlo justo y, sobretodo, duradero.

Habéis señalado la aparición de valores medioambientales en la educación reglada como uno de los factores de la conciencia ecológica de esta nueva generación. ¿Creéis que una mayor educación ambiental evitaría caer en los mismos errores o se trata de algo intrínseco del progreso?

Por supuesto, una mayor y mejor educación ambiental hace que los alumnos sean conscientes de los peligros y daños que la actividad humana tiene en la Tierra, y ese conocimiento les da el poder para evitarlos e incluso revertirlos. Por otra parte, el progreso sí lleva intrínsecos estos daños. El progreso que conocemos ahora, claro. Pero progreso puede ser evolucionar hacia sociedades y modelos económicos sostenibles y respetuosos con todas las criaturas del planeta. Hacen falta cambios, y la educación ambiental permite idearlos y ponerlos en práctica.

En vuestro manifiesto marcáis como un objetivo que se declare la emergencia climática nacional. De momento, hay 4 países y varias comunidades y ciudades de España que ya lo han declarado. Sin embargo, no se ha generalizado en nuestro país. ¿Por qué creéis que no se había planteado hasta hace unos días?

En la actualidad en España hay un descontrol en lo que se refiere al gobierno. Aun sin este conformado, se ha planteado y aprobado la Declaración de emergencia climática, pero solamente es “una idea” que está vacía de acciones y medidas.

El que se apruebe o no en las diferentes regiones de España creo que puede tener que ver con la movilización social, la presión de la población que obligue a los políticos a aprobarla. Eso sucede aquí y en el resto de países, aunque tiene gran parte de culpa en esto que sigue habiendo gente encasillada en el negacionismo de la emergencia climática y el impacto del ser humano sobre el medioambiente. Pero esperamos que con el paso del tiempo, y con la fuerza de la gente, esto vaya cambiando.

Según el CIS de julio, la mayor preocupación de los jóvenes es el Medio Ambiente. Habéis comentado que una persona de 40 o 50 años no ve las consecuencias reales del cambio climático, y que los jóvenes pensáis que no llegaréis a ser mayores. ¿Cómo se puede enganchar al resto de la sociedad?

Para mí, lo más importante es la paciencia. Hay gente que lo niega más y otra menos, y probablemente se deban tener más interacciones con las personas mayores para convencerlas. Creo que los ejemplos son una de las mejores armas. No datos científicos, no pronósticos desoladores. Cosas como “cuando usted era pequeño, ¿eran así de calurosos los veranos? ¿Y nevaba más en invierno?” Mencionar aquello que tienen cerca, como las lluvias torrenciales que hemos visto hace poco tiempo en Baleares, o las de antes en Valencia. Y apelar a la empatía, a la compasión. Porque es verdad que a la gente de generaciones anteriores y que vive en países del primer mundo, esto les va a afectar mucho menos que a los jóvenes y que a los países pobres, pero hay que hacerles pensar en “¿Qué pasará con tus hijos? ¿Y con la gente que no puede pulsar un botón y poner el aire acondicionado? ¿Qué hay de los que viven en islas que se inundan poco a poco? Convencerles de que si no cambian por ellos, que lo hagan por los demás.

El sistema económico y empresarial imperante no ayuda a este cambio. ¿Cómo se puede pasar del imperio del dinero al imperio del planeta?

Estamos inmersos en una cultura en la que el dinero va asociado al poder. De ello se deriva una avaricia extrema hacia el dinero, pues es cierto que según tus capacidades económicas puedes a saltar de un estatus social a otro. La gente está condicionada en ese sentido. En lo que tendríamos que trabajar primero es en parar el clasismo, hacer que el dinero no sea un motivo de discriminación para ciertos grupos sociales. Por otra parte, tenemos que regresar a sociedades más sencillas, basadas en una cultura de cooperación y comprensión, y que no nos impulsen a buscar la felicidad en el gasto continuo. Es una cuestión de evolucionar hacia una nueva comprensión del mundo y de la sociedad. Si lo que prima en el sistema son las personas y sus derechos, el dinero puede seguir existiendo, pero tan solo como elemento de trueque, no como elemento de supremacía de poder ni como condicionante en cuanto al acceso a necesidades básicas. La mentalidad mundial necesita un cambio en el que aprendamos a poner a los demás a nuestro mismo nivel, a entender a las personas de todo el mundo como nuestras iguales y merecedoras de los mismos derechos y necesidades básicas, y cuando ese cambio de mentalidad llegue, el dinero habrá dejado de imperar.

Hay aspectos transversales de toda la sociedad como el consumo. ¿Cuáles creéis que serían los fundamentos del nuevo consumo sostenible y responsable?

La primera pauta en un consumo sostenible es el de dónde vienen los productos. Si hacemos una camiseta de algodón, tenemos que procurar que este sea de un cultivo ecológico, que sea adecuado para el entorno en el que se planta y que no haya provocado una deforestación no controlada para crearlo. Es lo mismo con muchas cosas más. La comida. Hay que empezar a comer de temporada y local, que no necesitemos traer a Madrid naranjas de Valencia, porque el transporte de productos tiene mucho que ver en la huella de carbono. Si son aparatos como electrodomésticos o tecnología, la obsolescencia programada tiene que desaparecer. Las cosas tienen que durarnos el mayor tiempo posible, y no podemos ir cambiando de móvil cada 6 meses cuando sale un modelo nuevo ligeramente mejor. Además, hay que priorizar que la fabricación de estos objetos se haga con materiales reciclables en su totalidad o gran mayoría, de manera que no se generen residuos insalvables que acaben formando islas de basura en las costas de África y el Océano Atlántico. Respecto al consumo responsable, eso tiene que ver con qué compramos y cuánto. Hay que preguntarse “¿De verdad lo necesito?” Todo esto tiene que pasar primero por un proceso de cambio cultural, en el que la cultura de las sociedades no sea la del derroche; cambiar la idea de que la felicidad proviene del gasto y de los objetos materiales, y transformarla en una más sencilla, más cercana, en la que se valoren las pequeñas cosas, los momentos con amigos, los actos culturales de ocio, como una obra de teatro en tu barrio, una reunión de lectores para comentar un libro, un cinefórum. En resumen, cambiar lo material por las experiencias.

Clickoala da visibilidad a productos y servicios sostenibles confiables. Remarcamos el concepto confiables, porque no existe un sello único que garantice al ciudadano que está consumiendo de forma ética y sus actos ayudan a proteger el medio ambiente. ¿Podrías decirnos algunos sellos en los que sí se puede confiar?

Agricultura ecológica y Fairtrade

Y en el otro lado de la balanza, ¿has detectado alguno que no cumpla con lo que prometen validar?

Sí. Hay varios ejemplos de ellos como CEA, Leaping Bunny, VeganSoil Association, BDIH, CosmeBio, Bio Acene, Natrue, CosmeBio ECO
EcoCert y ECO Garantie

¿Qué referente nos recomiendas entrevistar para poder compartir consejos sobre consumo responsable? ¿Qué pregunta le harías?

No sé si tengo un referente en concreto, pues la mayoría de personas que colaboramos en Fridays estamos ya muy familiarizados con lo que es el consumo responsable. Podría mencionar a cualquiera de ellas. Koro López de Uralde Castellano, mismamente. La pregunta sería ¿Se puede tener en la sociedad actual de las ciudades desarrolladas un consumo responsable enteramente o siempre vamos a tener que ceder en algo frente a las trabas que nos pone el sistema?

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