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Lo admito he sentido ecoansiedad. Estas vacaciones estivales he querido hacer una terapia contra la infoxicación y la esclavitud hacia el móvil que he tenido el resto del año. Sin embargo, al volver de mis vacaciones, recibí tanta información sobre los efectos actuales del cambio climático que me puse nervioso y sentí un cierto vértigo al pensar sobre cuál será el futuro inmediato del planeta y el de todos los seres que lo habitamos.

Es solo un ejemplo biográfico de un fenómeno que va en aumento: la ecoansiedad. Y más en verano, que es la estación del año en el que el calor, la sequía y los incendios hacen más evidente los efectos del cambio climático.

Casi con total seguridad, si tienes un mínimo de interés por las noticias ecológicas y sobre sostenibilidad habrás sentido algo similar alguna vez. Exacto, es ese momento en el que la preocupación latente sale a la superficie y empiezas a sentir un peso que te angustia.

Pero, lo primero de todo, vamos a explicar como se merece qué es la ecoansiedad.

¿Qué es la ecoansiedad?

Vamos a basarnos en el informe Mental health and our changing climate: impacts, implications and guidance de la American Psychology Association (APA), que parece ser la fuente más consultada para saber qué es la ecoansiedad. Según la APA, la ecoansiedad es un temor crónico a un cataclismo ambiental que se produce al observar el impacto aparentemente irrevocable del cambio climático y la preocupación asociada por el futuro de uno mismo y de las próximas generaciones.

No se trata de una enfermedad o  un trastorno. De momento, se limita a episodios más o menos duraderos y con unos síntomas definidos. Sin embargo, viendo cómo se va a presentar el futuro inmediato es más que posible que cada vez sean más las personas que sientan la ecoansiedad.

¿Qué síntomas tiene la ecoansiedad?

Lo primero de todo hay que tener en cuenta que no afecta de la misma forma a todas las personas ni en su intensidad ni en su sintomatología. De todas formas, sí se puede enumerar una serie de síntomas que son generales:

  • Estrés
  • Ansiedad
  • Depresión
  • Alteraciones del sueño
  • Nerviosismo
  • Aflicción
  • Sentimiento de pérdida

Además, otro efecto secundario de esta ecoansiedad está en las fricciones interpersonales. Y es que ya conocemos que existe una división real entre personas que sí están motivadas en la lucha contra el cambio climático, y otras, que o no creen o no quieren hacer cambios en su vida para aplanar la curva del cambio climático. Esto provoca, un enfrentamiento entre ambas actitudes y puede llegar a provocar verdaderas rupturas personales.

¿Cuántas personas sufren ecoansiedad?

Como es lógico, este temor puede ser episódico o constante. Y en este sentido saber cuántas personas sufren ecoansiedad es difícil de calcular. Además, se trata de algo nuevo que apenas se están empezando a contabilizar.

Más de dos tercios (68 %) de los adultos encuestados por la APA dijeron que tenían “al menos un poco de ‘ansiedad ecológica’”, o ansiedad o preocupación por el cambio climático y sus efectos. Casi la mitad (48 %) de los adultos jóvenes de 18 a 34 años dijeron que sentían estrés por el cambio climático en su vida diaria, con datos de febrero del 2020.

Otro punto interesante de esta encuesta realizada por la APA es que en plena pandemia, el 56% de los adultos estadounidenses dijeron que el cambio climático es el problema más importante que enfrenta el mundo hoy en día. Si bien el enfoque y las preocupaciones de las personas se han desplazado hacia la pandemia en el último año, los problemas climáticos siguen siendo importantes en la vida de las personas.

El peligro latente de la ecoansiedad

Más allá de los síntomas físicos y psicológicos que hemos descrito anteriormente, la ecoansiedad provocada por la información medioambiental y los desastres naturales consecuencia del cambio climático pueden suponer una consecuencia contraproducente. Te lo explicamos.

Tenemos dos elementos. Por una parte, vivimos en una sociedad y en un contexto concreto, que es el actual. Y, por otra parte, sabemos qué se debería hacer para contribuir a la lucha contra el cambio climático. El problema aparece por el hecho de que ambos elementos son casi opuestos, ya que mientras no exista un cambio en todos los niveles, no podemos hacer todo lo que queremos para contribuir a la sostenibilidad. Estas dificultades la encontramos en nuestro trabajo, cuando vamos al supermercado, cuando queremos comprar cualquier cosa, cuando estamos en casa, etc… Queremos hacer muchas cosas y hacerlo lo mejor posible, pero siempre hay trabas. Esto puede llevar a una sensación de frustración y de que no lo estamos haciendo bien.

Y esta continua insatisfacción provoca justo lo contrario a lo que se busca: pasamos de la acción a la parálisis y rendición. Pero ya sabemos que no podemos rendirnos. El presente y el futuro está en nuestras manos.

La responsabilidad es compartida con gobiernos y empresas, pero el ciudadano puede convertirse en esa primera pieza del domino que hace que el resto caigan detrás. ¿Cómo hacerlo entonces? Con sentido común. Por ejemplo, le propusimos a los 299 expertos en sostenibilidad consultados en el último Estudio sobre el consumo sostenible en España, que nos recomendasen cómo la ciudadanía podemos ayudar con las compras. Y estos fueron sus consejos, de más a menos mencionados:

  1. Comprar productos de proximidad, y si es posible, de temporada. Mencionado por el 46%
  2. Mejorar la información de los productos. Mencionado por el 29%
  3. Consumir productos sostenibles. Mencionado por el 24%
  4. Reducir residuos. Mencionado por el 23%
  5. Reducir el consumo. Mencionado por el 18%
  6. Demandar leyes que fomenten la sostenibilidad. Mencionado por el 12%
  7. Consumir menos carne e intentar que esta sea de ganadería extensiva. Mencionado por el 6%

En definitiva, la ecoansiedad es producto de la consciencia individual de los efectos del cambio climático y las dificultades que tiene el ciudadano de a pie de combatirlo. Solo una actitud decidida y transversal por parte de todos los actores de la sociedad puede lograr aplanar de forma efectiva la curva del cambio climático.

La cuestión es: ¿empresas y responsables políticos están dispuestos a realizar los cambios necesarios? La mayoría de la ciudadanía ya ha dicho que sí y les está esperando.

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