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Los que nos sigan en nuestras redes sociales, habrán podido comprobar en las últimas semanas cómo muchos responsables de ciudades de todo el mundo han recurrido a la bicicleta como un método eficaz de evitar la propagación del Covid-19 en los desplazamientos. Sin embargo, con motivo del Día Mundial de la Bicicleta queremos ir más allá de esta circunstancia temporal para el uso de la bici y señalar su importancia clave en el presente y en el futuro.

La bicicleta es un medio de transporte sostenible, saludable y económico. Pero tiene un gran enemigo: la falta de espacios adecuados para su circulación. No es de extrañar, venimos de una sociedad en la que los automóviles reinaban las ciudades y tener un coche era el mínimo que se esperaba cuando se cumplía los 18 años. Todos conocemos a alguna familia cuyos integrantes tienen su propio automóvil, aunque lo usen para pequeños trayectos. No olvidemos que los españoles sí confían en la movilidad sostenible, tal y como indicaron en la encuesta que realizamos el pasado mes de septiembre.

3 de cada 4 españoles, siempre que pueden, optan por hábitos de movilidad sostenible.

La designación del 3 de junio como Día Mundial de la Bicicleta tiene que ver precisamente con sus obvias ventajas para la salud y para el medioambiente. Para la ONU se trata de una fecha clave para recordar la importancia que tiene el uso de este transporte en la sostenibilidad y en la educación física.

La bicicleta contra el Covid-19

Como os hemos explicado al principio, en la edición de este año del Día Mundial de la Bicicleta merece la pena repasar cómo este vehículo de dos ruedas ha recuperado un protagonismo que nunca tuvo que haber perdido. Expertos de todo el mundo han visto en la bicicleta un sistema individual y saludable para desplazarse en una situación tan peculiar como ha sido la pandemia. Vamos a repasar algunos ejemplos que merecen la pena señalar:

Francia, un espejo dónde mirarse

Si hay algún país que han visto la bicicleta como una gran solución para que su población pueda desplazarse de una forma sostenible y saludable es Francia.

A pesar de que los galos han padecido mucho con la pandemia, han realizado un esfuerzo para construir barreras contra la posible aparición de un segundo brote del covid-19 otorgándole al uso de la bicicleta un papel protagonista.

Para empezar el gobierno francés dará 50€ para que puedan reparar bicicletas. Y es que casi todos tenemos una bicicleta llena de polvo y sin usar. Pues sabiendo esto, se ha decidido apoyar a que vuelvan a sacarla de su retiro para que se repare y esté en perfectas condiciones para su uso seguro. Y no solo eso, para aquellos que no saben montar en bicicleta (que hay muchas más personas de las que nos podemos imaginar), les pagarán un curso de aprendizaje.

Además, se han puesto manos a la obra para aumentar las plazas de aparcamiento para bicicletas y ganar espacio entre carriles para facilitar la circulación segura. No olvidemos que uno de los grandes retos que tiene el mundo urbano es ofrecer espacios seguros para la circulación de bicicleta en un momento crítico para el medioambiente y en el que se ha señalado la movilidad sostenible como uno de los objetivos prioritarios para los próximos años.

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Otras ciudades que apuestan por la bicicleta

Más allá de Francia, hay ciudades en otros países que han dado un impulso definitivo al uso de la bicicleta durante este largo período de pandemia. Vamos a repasar algunos de los más destacados:

  1. Bogotá: una de las ciudades con más tráfico de Latinoamérica. Sin embargo, la capital de Colombia quiere darle un importante impulso al uso de la bicicleta, especialmente en esta etapa de pandemia y ha convertido 100 kilómetros de calles de la ciudad en carriles para bicicletas. De esta forma no únicamente logra aliviar el hacinamiento del transporte público, sino que ayudará a mejorar la calidad del aire.
  2. Berlín: en esta ciudad los carriles bici están delimitados con una línea amarilla. Pues han aumentado la amplitud en las carreteras más transitadas. De esta forma se pretende animar a los berlineses a realizar sus trayectos más seguros y de una forma sostenible, saludable y económica.
  3. Ciudad de México: la capital mexicana quiere multiplicar por cuatro su actual red de carriles bici. Eso sí, temporalmente a causa de la pandemia. De esta forma, pretenden que no haya las tradicionales aglomeraciones en el transporte público mexicano y evitar posibles contagios. La esperanza está en que los efectos sean tan positivos que se planteen mantener esta ampliación.
  4. Budapest: la ciudad húngara ha apostado por los carriles bici emergentes, ya que son una alternativa segura para moverse. Sobre todo, teniendo en cuenta que los trayectos en autobús han descendido un 90% de pasajeros en algunas rutas.
  5. Vancouver: la ciudad canadiense ha vetado el acceso a los coches a uno de los lugares más especiales, el Stanley Park. De esta forma, le ofrecen a los ciclistas, corredores y caminantes más espacio. Algo que como hemos comprobado en España, es completamente necesario.

 

Situación de la bicicleta en España

Ya hemos visto varios ejemplos de ciudad que han apostado de forma decidida por el uso de la bicicleta para descongestionar el transporte público y evitar, además, el uso de los vehículos privados que usan combustibles fósiles como el coche o las motos. Pero… ¿y en España?

Si te has preguntado si los gobernantes de las ciudades españolas están aprovechando esta oportunidad excepcional de reorientar la idea de ciudad hacia la movilidad sostenible, tenemos que darte malas noticias. Salvo excepciones, claro.

Para algunos expertos, la movilidad urbana postCovid no debería cambiar mucho de lo que ya se estaba poniendo como objetivos de una movilidad sostenible. Aunque con ciertos matices. Si la mayoría de trayectos están por debajo de 5 kilómetros, se debería fomentar y facilitar que este tipo de trayecto se haga en bicicleta. Un medio que permite cubrir esta distancia de una forma ágil. Sin embargo, grandes ciudades como Madrid o Barcelona tienen grandes arterias que no están pensadas para la bici como la Castellana madrileña o el Eixample barcelonés.

El reto es mayúsculo pero el premio es incalculable. Retornar la ciudad a los transeúntes y a los ciclistas puede sanar el aire de las ciudades españolas y, mejorar la salud y el estado físico de los españoles. Hoy es el Día Mundial de la Bicicleta y es el momento ideal para reflexionar y exigir. Pero esto no se conseguirá sin un cambio definitivo en la concepción de cómo deben ser nuestras ciudades en el siglo XXI y en la que la ecología urbana se convierta en un elemento fundamental. Algo de lo que a día de hoy se está muy alejado.

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