Seguro que cuando has ido a la playa te has encontrado numerosos desechos de plástico flotando en el mar donde estás nadando, o has pisado un trozo de residuo en las orillas de la costa donde paseas… Los plásticos que ves en la superficie solo son la punta del iceberg de la innumerable cantidad de desechos que hay en el mar, ya que representan menos del 15% de todos los residuos que hay en el océano. Y te estarás preguntando… ¿dónde se encuentra entonces el otro 85% restante?
Se encuentra formando lo que se conoce como Islas de Plástico, que, como su propio nombre indica, son manchas en el océano que acumulan gran concentración de estos residuos.
¿Cómo se han ido formado estas islas de plástico?
El plástico fue inventado en 1919, pero su producción en masa no comenzó hasta después de la II Guerra Mundial. Pasados unos años, concretamente en 1985, fueron descubiertas estas sopas de plástico y desde entonces su tamaño no ha hecho más que aumentar. De hecho, se estima que en los últimos 10 años hemos producido más plástico que en toda la historia de la humanidad según datos del Greenpeace.
De los 260 millones de toneladas de plástico que se producen cada año, alrededor de 8 millones son arrojados al mar. Los ríos sirven como conducto de estos residuos hacia los mares. Un estudio de la revista Nature ha dado constancia de que aproximadamente un millón de toneladas de residuos plásticos proceden de los ríos. Estimando que de los 5 ríos más contaminantes del mundo, 4 de ellos se encuentran en Asia.
Una vez que estos plásticos provenientes de los ríos salen de las costas, son transportados por las corrientes marinas internas hacia estas masas de residuos. Concretamente existen 5 grandes giros oceánicos que empujan el agua hacia el centro, creando estos parches de basuras marinas. Estas son las denominadas islas de plástico.
¿Cuáles son estas islas de plástico?
Para hacerse a la idea de la dimensión del problema, estamos hablando de islas de basura como la del Océano Pacífico, que tiene el tamaño de 1,6 millones de kilómetros cuadrados (lo que equivale a tres veces el tamaño de Francia). Se la conoce como “La Gran Mancha” y tiene más de 1,8 billones de piezas de plástico, el equivalente a 10 veces más unidades que estrellas existentes en la vía láctea.
Pero este problema no es tan lejano como parece. En otras zonas del planeta, como el océano Índico y Atlántico (Norte y Sur), también existen estos parches de basura. Actualmente son cinco las zonas identificadas con este problema, conocidas como las famosas “sopas de plásticos”.
Problemática mundial
Las islas de plástico son la parte visible de este desastre natural. La mayoría de esta basura (alrededor del 70%) se hunde en las profundidades y contamina el fondo marino. Y es que su existencia se da en los rincones más inverosímiles del océano, como el abismo Challeger, que se ha convertido en el “vertedero más profundo del planeta” con 11km de profundidad.
Como se ha comentado, la mayor parte de entrada de estos residuos en los océanos proviene de los ríos asiáticos y africanos, producto de la contaminación industrial, lo que deja en evidencia la necesidad de centrar los esfuerzos en la mitigación de estas tasas de producción de residuos plásticos mal gestionada. Pero la mayor parte de los esfuerzos se han focalizado en los países industrializados de Europa y América del Norte. Como suele ser habitual los causantes de esta contaminación son las industrias. Las cuales, como respuesta al consumo masivo, se localizan en estos países subdesarrollados y quienes sufren de forma directa los efectos de esta contaminación son las personas que habitan en las regiones más próximas.
Ante este escenario, la organización “The Ocean Cleanup” ha creado un mapa interactivo que permite conocer la cantidad de plástico que emiten los ríos del mundo, a la vez que ha desarrollado sistemas para afrontar el problema del “Gran Parche de Basura del Pacífico” y el resto de islas de plástico.
Se estima que la mayor parte de los plásticos provienen de la fabricación de envases, esto es lo que se conoce como “productos de un solo uso”. Lo que supone que el 80% de los residuos que encontramos en el mar provengan de fuentes terrestres, mientras que el 20% restante es fruto de la actividad marítima (plataformas petrolíferas y barcos).
En algunos casos los daños ya se pueden ver: imágenes de animales estrangulados por redes de pesca, peces ahorcados por anillas de los packs de latas o animales en las costas ingiriendo plásticos como alimento, hasta el punto en el que se estima que uno de cada siete peces contiene restos de microplásticos en su organismo.
Organizaciones como la ONU y la Unesco alertan de la situación y pronostican que de no tomar medidas en 2050 habrá más plásticos que peces en el mar y el 99% de las aves marinas habrán ingerido sustancias peligrosas. Esto supone una tasa tan elevada de residuos en peso y volumen que no resulta descabellado decir que terminaremos construyendo nuestras futuras casas sobre estas montañas de residuos.
Expertos han declarado que el error más común es llamar a este fenómeno “islas de basura” pues provocan la creencia de que se trata de algo homogéneo, cuando en realidad si fuese algo homogéneo sería fácil de solucionar, bastaría con coger la masa y eliminarla, pero no es así, ya que existen tanto macro como microplásticos repartidos por todo el océano.
Los microplásticos y las micropartículas
Los microplásticos son pequeñas partículas que miden menos de 5mm de diámetro y que son generados por la degradación de los macroplásticos; en su mayoría bolsas, envases o botellas de plástico. Al descomponerse, tanto aves como especies marinas los confunden con comida y los ingieren, transformándose en veneno para ellos e introduciéndose al mismo tiempo en la cadena trófica, lo que hace que nuestra salud también peligre, ya que lo ingerimos a través de la sal y otros alimentos. Se estima que más de un millón de animales mueren cada año al confundir este plástico con alimento.
Pero también hay un gran aporte de micropartículas, plásticos de entre 0.004 mm y 1.24 mm, provenientes de cremas, geles, pastas de dientes o de los detergentes utilizados en el lavado de la ropa.
Es decir, no solo contienen plástico los envases, sino que también el producto en sí puede contenerlo en su composición. De hecho, según el informe Plastic in Cosmetic, Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, “un gel de ducha exfoliante puede contener tanto plástico en su formulación como el que se usa en su envase”.
El problema de los microplásticos y las micropartículas se ha convertido en el gran desafío para la limpieza de los océanos debido a su pequeño tamaño. Esto conduce a la degradación del ecosistema, haciendo que desaparezca tanto su flora como su fauna.
Para reflexionar
Si todavía no eres consciente de la dimensión del problema, te voy a dar unos datos…
- Un hilo de pesca tarda más de 600 años en descomponerse.
- Una botella de plástico más de 500.
- Una bolsa más de 400.
- Una colilla entre 1 y 5 años.
¿Quieres ayudar a que esto acabe?
¿Qué se puede hacer?
Jamás llegaremos a entender porque la humanidad ha decidido comenzar a utilizar los océanos como vertederos. Es una idea que se escapa de la mente de las nuevas generaciones que serán quienes sufran, si no lo están haciendo ya, las consecuencias directas de esta catástrofe impuesta. No obstante, la explicación es sencilla, la industria ha abusado de la producción de plástico por ser la alternativa más barata, no hay mayor explicación.
Es cierto que la conciencia está aumentando, pero no al ritmo que la tierra necesita.
“Lo ambiental sigue sin estar presente en la pantalla de los radares personales” manifiesta el presidente de la asociación Ambiente Europeo, Daniel Rolleri.
Por eso hay que educar en el consumo, hacer conocedoras a las personas de esta situación y remover su conciencia para dejar de posicionarnos fuera del medio ambiente.
Aunque pueda resultar utópico pensar que nosotros somos quienes vamos a frenar este desastre, cuando existen miles de empresas que se lucran sin importar causar daños irreparables en la tierra, a un ritmo de producción y consumo insostenibles. Hay que tener claro, que cada acción individual cuenta, ya que nuestra forma de producir y consumir tienen un impacto directo en el medio ambiente y, por consiguiente, en nuestras vidas.
Con prácticas individuales tan sencillas como las siguientes estamos favoreciendo a reducir nuestra huella ecológica.
- Evitar los plásticos de un solo uso, como pajitas, platos o cubiertos desechables.
- Llevar una bolsa de tela cuando se vaya a hacer la compra.
- Usar una botella de agua reutilizable.
- Comprar alimentos a granel, al mismo tiempo que se reduce el consumo de empaquetados.
- Usar productos de madera como sustituto al plástico, por ejemplo, las pinzas.
- Con respecto a las micropartículas, la mayoría pueden ser sustituidas por alternativas naturales, como minerales, sales o semillas.
- Comprar las alternativas naturales en productos como cosméticos o detergentes, también favorece a la reducción de los microplásticos.
- Evita el consumo ocioso de ropa o apuesta por sus opciones biodegradables.
- Sustituir las botellas y tuppers de plástico por otras de acero o cristal.
- Reutiliza y dales una segunda vida a muchos productos.
- Ayuda a otras personas a entender la situación y mitigar los efectos de estas actividades.
Viendo las dimensiones de esta catástrofe medioambiental que son las islas de plástico, no será suficiente con promover el reciclaje y culpabilizar a los consumidores, se deben tomar medidas urgentes para evitar que continúe esta forma de producir. Por esta razón, debemos tener en cuenta que con nuestros actos de consumo individuales favorecemos o no a esta industria y si hacemos unos pequeños cambios en nuestra manera de vivir, la industria se verá obligada a repensar su manera de producir, pues “siempre que haya comercio habrá industria”.
“Aprendí que nunca somos demasiado pequeños para hacer la diferencia”, Greta Thunberg
Autora del texto: Cristina Díez