Vivir en ciudades o núcleos urbanos de un cierto tamaño, es hacerlo en un espacio iluminado de forma artificial. Las calles o carreteras cuentan con un alumbrado público que permite al ciudadano poder transitar por su territorio sin problema. Sin embargo, como la otra cara de la moneda está la contaminación lumínica. Un concepto que asumimos como normal pero que no lo fue así hace tanto.
Los espacios públicos en los que vivimos están pensados para la comodidad y seguridad de las personas, pero a veces esto acarrea ciertos aspectos negativos que pueden pasar desapercibidos a primera vista pero que existen.
Entendiendo la contaminación como la presencia en el ambiente de sustancias o elementos dañinos para los seres humanos y los ecosistemas, existen diferentes tipos de contaminación. Ya os hemos hablado de algunos de ellos:
Y en este artículo vamos a analizar otro tipo: la contaminación lumínica.
Qué es la contaminación lumínica
Siendo algo tan visual como brillar, todos sabemos más o menos qué es la contaminación lumínica, pero aún así es mejor ponerle una definición:
La Contaminación Lumínica se define como la emisión de flujo luminoso, por fuentes artificiales de luz constituyentes del alumbrado nocturno u otros elementos con luz artificial, con intensidades, direcciones o rangos espectrales inadecuados para la realización de las actividades previstas en la zona alumbrada.
Esta definición es lo bastante amplia como para dar una perspectiva de que la contaminación lumínica no es únicamente producto de las farolas o la luz de los edificios. Es mucho más como los letreros, los coches, los aviones, etc.
Consecuencias y problemas de la contaminación luminica
Los problemas de la contaminación lumínica afectan a los seres humanos, los animales y el planeta. Efectivamente, algo que parece que no sea perjudicial o dañino, si se analiza con una cierta perspectiva se puede comprobar que lo es en muchos ámbitos.
- Para el ser humano. Una exposición elevada de fuentes luminosas por la noche provoca nerviosismo, cansancio y podría llevar a estados de ánimo negativos como la depresión. Esto es debido al romper el ciclo natural luz-oscuridad. No solo eso, algunos científicos reunidos por la ONU en el foro virtual “Cielos oscuros y tranquilos para la ciencia y la sociedad” llegaron a afirmar que existe una relación entre la contaminación lumínica y un mayor riesgo de la aparición de algunas patologías como diabetes, obesidad o cáncer.
- Para los animales: Los animales sufren mucho con la contaminación lumínica. Entre otros efectos: desorientación, trastornos de la rutina, desplazamiento a otros hábitats, desajustes en la cadena trófica o mortalidad. Sin duda, sus efectos hacen peligrar el equilibrio de ecosistemas y la pérdida de biodiversidad. Y este desequilibrio está protagonizado especialmente por un grupo de animales que sufren consecuencias más graves: los insectos. La mitad de todas las especies de insectos son nocturnas. Esto significa que dependen de la oscuridad y la luz natural de la luna y las estrellas para la orientación y el movimiento o para escapar de los depredadores, así como para realizar sus tareas nocturnas de buscar comida y reproducirse
- Para el planeta: el gasto energético necesario para crear la energía necesaria para producir toda esa luz: centrales eléctricas, líneas de alta tensión, transformadores… Un gasto energético que conlleva a contribuir de forma drástica a incrementar nuestra huella de carbono, acelerando de esta forma el cambio climático. Por otra parte, están los residuos provenientes de todos estos elementos lumínicos.
Soluciones a la contaminacion lumínica
Para conseguir soluciones a la contaminación lumínica que sean efectivas se debe realizar un cambio legislativo. Y precisamente en este proceso están en España. Concretamente a través de un nuevo borrador de decreto ley Reglamento de ahorro y eficiencia energética y reducción de la contaminación lumínica de instalaciones de alumbrado exterior. Una buena regulación sería un paso importante, ya que, entre otros aspectos más relacionados con la eficiencia energética, se busca reducir la contaminación lumínica que generan las instalaciones de alumbrado exterior. Sin duda, un elemento capital y un gran pasa para combatir el exceso lumínico que padece nuestro país.
Sin embargo, parece que el proyecto para modificar el Real Decreto 1890/2008 es insuficiente. Así, al menos, opinan los expertos de la Red Española de Estudios sobre Contaminación Lumínica (REECL) y se puede leer aquí.
Más allá de esta nueva reglamentación, hay una serie de soluciones a la contaminación lumínica más generales y que tiene que ver con actuaciones más individuales. Las más destacadas son:
- La correcta orientación de los puntos de iluminación. Parece una obviedad, pero hay una gran cantidad de farolas y otros elementos lumínicos que no están correctamente orientadas. Esto provoca que parte de su poder lumínico no se dirija únicamente al suelo, sino hacia el cielo.
- Los sensores de movimiento. Esta es una acción con un gran sentido común: por qué las luces están encendidas e iluminando cuando no tiene razón de ser. Un triple beneficio: ahorro energético y, por tanto, económico, medioambiental y de exceso de luz.
- Uso de lámparas más eficientes. La elección de lámparas menos contaminantes y más eficientes.
- Iluminar solo lo necesario. ¿Para qué iluminar un castillo en la cima de la montaña si no se puede visitar? Este es solo un ejemplo de la cantidad de iluminaciones que se podrían prescindir fácilmente.
- Prohibición de luces dirigidas al cielo. Hablamos de cañones de luz o láseres que suelen utilizarse como una acción de publicidad u ornamental.
Mapa de contaminación lumínica
Quizás la mejor forma de poder apreciar en toda su dimensión este problema es a través de un mapa de contaminación lumínica. Se aprecia perfectamente cómo las grandes urbes tienen la mayor concentración de luz artificial. En cambio, en las otras latitudes del planeta apenas hay.
Y si analizamos más concretamente la contaminación luminica en España, se cumple perfectamente la misma regla. Las grandes ciudades españolas están con un color más cálido.
Cielo sin contaminación lumínica
La pandemia, tan terrible para muchos de nosotros, mostró varios aspectos positivos en sus efectos sobre el medioambiente. Uno de ellos, fue la contaminación lumínica.
Y es que las ciudades redujeron su contaminación lumínica hasta un 50% durante la pandemia. Así, se demostró en estudios realizados en los cielos de Berlín y Granada. ¿La razón? No, no fue un apagón generalizado, sino algo mucho más sencillo: la desaparición casi por completo del tráfico, tanto terrestre como aéreo. Esto es una prueba inequívoca que no solo son los elementos estáticos los causantes del exceso de luz.
En el caso de Granada, Investigadores de Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA) y las universidades Complutense y de Exeter analizaron las imágenes de los meses de marzo, abril y mayo del 2020 provenientes de un satélite de la NASA a la 1.30am. Los datos son claros: la emisión directa de luz desde las últimas horas de la tarde hasta las 12 de la noche bajó en un 20%. Un porcentaje que se elevó hasta el 40% en la luz que emite la mayor parte de la tecnología LED. Pasada la medianoche, la bajada respecto a los mismos días de los años anteriores apenas llegó al 10%.
Estos datos se deben, según explica el investigador del IAA Máximo Bustamante, principal autor de la investigación por el siguiente motivo: “El alumbrado privado, como el de los hoteles o los rótulos, pero también el del tráfico protagonizaron el descenso”, comenta Bustamante. El cierre de toda la actividad no esencial y el confinamiento redujo al mínimo la presencia de coches en las calles. Pero, más que la ausencia de sus faros, los vehículos dejaron de emitir partículas a la atmósfera y eso fue clave para reducir la contaminación lumínica.
En definitiva, estamos con la contaminación lumínica ante un problema muy complejo, ya que no depende únicamente de implementar algunas medidas correctoras, sino que está implícito con nuestro estilo de vida actual.