El etiquetado de productos tiene principalmente una función: informar al consumidor de ciertas características importantes del producto. Es decir, facilitar la decisión de compra según el criterio o el gusto de esa persona. Este etiquetado debe ser legible, comprensible y fácilmente visible.
Por eso, cuando nos planteamos hacer un recorrido por el etiquetado de productos según criterios de sostenibilidad, quisimos hacerlo de una forma práctica: yendo a comprar un producto habitual en la cesta de la compra de cualquier de nosotros.
Hemos elegido un producto que lo podemos encontrar en cualquier pequeño comercio de barrio y también en las grandes superficies comerciales: el café.
El café es un ejemplo perfecto de las diferentes capas de información por las que un consumidor consciente recibe antes de su compra a través del etiquetado de productos. Haremos un repaso de toda la información que está a disposición del ciudadano antes de elegir un simple paquete de café. Ya os avanzamos que es excesiva.
Permitidnos, antes de empezar el recorrido informativo, que hagamos una aclaración previa: vamos a obviar la información sobre sus propiedades organolépticas del café. Es decir, aquella que nos indican la intensidad, el cuerpo, el aroma, etc.
Sin embargo, sí tenemos que admitir que esta información sí le llega a las personas de forma clara y sencilla. Cosa que no podemos decir de igual forma con las siguientes capas de información.
El envase: reciclaje
Se podría pensar que en la fase del reciclaje todo debería ser sencillo, ¿verdad? Pues no lo es tanto. Repasemos los colores de los contenedores de reciclaje según el tipo de material que debería servirnos de guía para saber dónde depositar el envase.
Hay marcas que indican sencillamente que el envase debe ir al contenedor amarillo. Sin embargo, hay otras marcas en las que se aconseja que se separen los envases o nos dicen que el paquete tiene plastico y café, por lo que es el propio ciudadano quién debe separar los diferentes elementos y saber a qué contenedor va cada uno de ellos.
No hay información sobre de dónde proceden los materiales, si son más o menos biodegradables o reciclabes, etc.
Además, existen certificados que nos informan de la sostenibilidad del envase, como puede ser el árbol del sello forestal FSC que certifica únicamente el papel del envase.
Respeto al Medioambiente
Este es uno de los elementos que más interés despierta entre aquellas personas con un sentido crítico en sus compras. Y es precisamente uno de los elementos más polémicos, ya que hay tantos aspectos implicados que pueden crear confusión.
Un ejemplo de ello lo vemos en las opiniones reflejadas en nuestro estudio “El Consumo Sostenible en España 2022”, dónde hay algunos conceptos en los que el consumidor sienten que entienden su significado: “Ecológico” y “Sostenible”: se relaciona a que son más cuidadosos con el medioambiente. Bio: que es un producto más saludable
Sin embargo, para las marcas todo hablan de lo mismo: que tienen un menor impacto medioambiental que otros.
Y si entramos en el aspecto de los sellos que certifican que el café es más ecológico, la variedad se incrementa y, por tanto, también aumenta la dificultad del consumidor consciente:
Tenemos el sello europeo de la Agricultura Ecológica. Y debajo de este, en letra pequeña puede aparecer si es Agricultura no UE o Agricultura UE.
Pero esto no es todo, ni mucho menos. Al lado encontramos una etiqueta en la que podemos leer consejos de producción ecológica regionales. Algunos ejemplos son COPAE (Consejo de la Producción Agraria Ecológica del Principado de Asturias), como CPAEN – NNPEK (Navarra), CAECYL (Castilla y León), CBPAE (Baleares), CAECV (Comunidad Valenciana), el CAAE (Andalucía), etc..
En fin, un gran número de sellos que no hace nada fácil la comprensión y sentir confianza para el consumidor consciente.
Respeto a los derechos de los trabajadores
Otro aspecto que cada vez está adquiriendo más importancia en la demanda del consumidor consciente es la dimensión social del café. En este aspecto podemos encontrar otras expresiones como es la denominación de Comercio Justo o sellos como Fairtrade, Rainforest Alliance (la etiqueta de la ranita) o Café Mundi, en el que podemos leer en la letra pequeña “Proyectos de Sostenibilidad Social en Países Productores”, junto a este sello también vemos SGS, que es la empresa que se ha ocupado de certificarlo.
Situación generalizada
Este repaso que hemos hecho del café no es un caso aislado. Si no todo lo contrario, lo encontramos con cualquier otro etiquetado de productos. Este galimatías de información produce el efecto contrario al deseado: de querer facilitar el consumo consciente, se dificulta enormemente al tener un exceso de información.
Esta situación desanima a aquella persona con interés en optar por un consumo consciente. Y esto se ha visto reflejado en un descenso de la confianza de los consumidores en los certificados ecosociales.
Concretamente, en dos años podemos ver su evolución:
- Confianza de los certificados: en el 2019 era del 55% y en el 2011 bajó al 49%
- Desconfianza de los certificados: en el 2019 solo era el 3%, y en el 2021 aumentó al 10%
Pero podemos ir más allá. Entre 2019 y 2020 preguntamos a 3.000 personas representativas de la población española, cuestionándoles si conocían y/o compraban 28 etiquetas que proporcionaban información acerca de la sostenibilidad de un producto y servicio. Y pudimos sacar algunas conclusiones.
Después de analizar los resultados, podemos separar el consumidor español en tres grupos, según sea su relación con los sellos ecosociales:
- Existe un 1% de españoles muy formados que conocen las etiquetas de sostenibilidad y las utiliza de forma más o menos eficiente, según el propósito que tienen de ser instrumentos facilitadores del consumo sostenible.
- El 53% de los españoles valora positivamente estas etiquetas, pero se pierde entre la inmensa multitud que encuentra en el punto de venta.
- Un 46% de los españoles que no ve demasiado útiles estas etiquetas.
Esto significa que el etiquetado ecosocial de productos solo funciona correctamente con una parte muy pequeña de la población, que además tiene una formación académica muy alta. Algo lógico, debido al gran número de etiquetas existentes en los productos y eso dificulta mucho reconocerlas, y más aún, comprenderlas.
¿Cómo mejorar la eficiencia del etiquetado de productos?
Ya hemos visto que el etiquetado de productos no es efectivo en la actualidad. El excesivo número de etiquetas impide poder diferenciar aquellas que sí certifican el impacto positivo de un producto del que es simplemente una herramienta de marketing sin contenido real.
Esto tiene consecuencias graves:
- Resta importancia al papel que tenemos los consumidores y las marcas de formar parte de la solución activa que se enfrente a los grandes retos ambientales contemporáneos.
- Impide poder reclamar al consumidor consciente un esfuerzo para comprar de forma más respetuosa con el medioambiente y la sociedad
¿Cómo podemos cambiar esta situación? ¿Qué soluciones existen? Según el estudio sobre Valores, Actitudes y Conducta Medioambiental de la Fundación BBVA, cuando se trata de medio ambiente, las organizaciones en las que más confían los españoles son las Universidades. En una escala de confianza que va de 0 a 10, las Universidades obtienen un 7,5. Una valoración que está por encima de cualquier otro tipo de organización pública o privada.
Por ese motivo, a través del Observatorio de Producción Local y Consumo Sostenible (OPLCS), los autores de este artículo, junto a diferentes universidades y expertos en sostenibilidad, están trabajando en diferentes herramientas que faciliten el consumo consciente.
Estas soluciones son intuitivas, accesibles, universales y están avaladas por científicos expertos, solo de esta forma demostraremos al consumidor consciente que nos importa y que nos lo tomamos en serio, que haremos lo que sea necesario para ayudarle a formar parte de la solución, algo que el desea tanto como cualquiera de nosotros.
