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Alberto Vizcaíno

Alberto Vizcaíno es licenciado en Ciencias Ambientales con 19 años de experiencia asesorando a empresas. Participa en programas de formación y conferencias sobre producción y consumo sostenible. Desde 2007 es el “culpable” del blog Productor de Sostenibilidad, origen del libro “Pero… ¿tiene arreglo?: 10 años de reflexiones sobre sostenibilidad.

¿Tenemos ganas de encontrar el momento para comprar sin envases de plástico o nos conformamos con subir fotos a Instagram?

PREGUNTAS Y RESPUESTAS

En tu web personal, alvizlo.es, te defines como: profesor, bloguero, ambientólogo. Pero nos quedamos con lo siguiente: identificas oportunidades de mejora para el desarrollo sostenible. ¿Es España un país en el que se pueda vivir de crear sostenibilidad?

España es un país peculiar, con unas características únicas que le han permitido, históricamente, desarrollar modelos de producción y consumo respetuosos con el entorno. Es el país que cuenta con más territorios declarados como Reserva de la Biosfera, una figura de la UNESCO que reconoce a los lugares que son modelo de conservación de la naturaleza en equilibrio con actividades humanas, ejemplos de desarrollo sostenible. Podemos y debemos mantener y ampliar esos modelos de uso del territorio que permiten crear sostenibilidad.

¿Qué tipo de empresas son las que deben liderar el cambio hacia la sostenibilidad en España?

La realidad empresarial en España es muy variada y compleja. Contamos con una amplia base de pequeñas y medianas empresas, presencia de corporaciones internacionales, iniciativas familiares que lideran sectores de actividad a nivel mundial y cada vez más emprendedores. Las cooperativas y la economía social también juegan un papel importante en la actividad económica de nuestro país. Las grandes corporaciones arrastran, con sus criterios para elegir proveedores, sus estrategias comerciales y sus políticas de personal, a otras muchas organizaciones. También tienen capacidad de influir en la opinión pública y los procesos de toma de decisiones, condicionando políticas públicas.

Todas las empresas pueden liderar cambios, si bien el nivel de responsabilidad es diferente en función del impacto de las distintas organizaciones en las variables de la sostenibilidad: económica, ambiental y social.

¿Podrías explicar a nuestros lectores en qué consiste ser un consultor ambiental?

Consultor ambiental es un profesional que, desde una formación multidisciplinar de base científica y con criterios técnicos, ayuda a las organizaciones a identificar sus aspectos ambientales significativos e integrarlos en su gestión. Ayuda a las empresas para mejorar su desempeño en cuestiones que van del consumo energético o de materias primas a la prevención de residuos o la reducción de emisiones de efecto invernadero. Todo ello sin perder de vista las variables económica y social.

Nos parece muy interesante tu denuncia sobre la falta de datos auditados de la gestión de residuos en los contenedores de colores. ¿A quiénes crees que interesa esta opacidad? ¿Por qué crees que se permite? 

La opacidad en la gestión de residuos interesa a todo el sistema de producción y consumo, desde los fabricantes a los usuarios finales. Es una forma de tener la conciencia tranquila: no miramos qué pasa realmente con los residuos, simplemente confiamos en que otros hacen algo interesante con ellos, cuando en realidad no tenemos claro dónde acaban los residuos que depositamos en los contenedores de colores. Por supuesto el destino será más halagüeño que si los tiramos en cualquier parte o no los separamos adecuadamente, pero cada vez hay más dudas de que realmente estemos reciclando lo que algunas organizaciones declaran que se recicla.

Se permite como forma de mantener una situación que empieza a manifestarse como insostenible, para evitar cambios en un modelo de producción y consumo con el que grandes corporaciones consiguen dominar la información que recibimos, condicionando nuestras decisiones de compra en detrimento de otros modelos más sostenibles.

Pero los residuos sólo son un indicador de la insostenibilidad de nuestras decisiones: compramos cosas baratas que se estropean pronto o que vienen en grandes cantidades de envases y embalajes de usar y tirar. La cantidad de basura que generamos se relaciona con la calidad del trabajo de quienes producen lo que consumimos, la sobre explotación de recursos naturales, las emisiones de efecto invernadero causadas por el tránsito de mercancías… un resido abandonado recorre muchos kilómetros por todo el planeta antes de convertirse en un feo contaminante de nuestros ecosistemas.

 

 

contenedores reciclaje

Si hablamos de reciclaje, uno de los materiales críticos es el plástico. Más allá del objetivo inmediato de la lucha contra el plástico de un solo uso, ¿cuál crees que debería ser el siguiente paso?

Creo que falta mucho por hacer. El plástico es un material fantástico pero estamos abusando de él hasta el punto en el que está presente en nuestra sangre, nuestra orina o nuestras heces. Envasar alimentos en plástico permite conservarlos, transportarlos, almacenarlos, distribuirlos, exponerlos en estanterías y llevarlos en el maletero del coche. Este esquema nos ha llevado a un modelo donde lo que comemos viaja miles de kilómetros, durante semanas e incluso meses, antes de llegar a nuestro plato.

Puede estar bien para algunos productos, pero está generando el abandono de usos tradicionales del territorio en todo el planeta y contribuye a la pérdida de biodiversidad. En vez de consumir productos locales y de temporada, con dietas variadas y adaptadas a la capacidad productiva de nuestro territorio, estamos sobreexplotando recursos en lugares concretos del mundo, desplazando a las poblaciones locales y eliminando sus ecosistemas naturales. Todo para tener todo el año tomates que no saben a nada, bollería industrial con aceite de palma o tacos de beicon frito para echar a la ensalada.

La vuelta a los envases reutilizables es un paso necesario para evitar el impacto de los residuos, pero también para reforzar el papel que juegan los productos de proximidad en la sostenibilidad del modelo de consumo, generando empleos de calidad y reduciendo los kilómetros que recorren los productos que compramos.

Recientemente, dos gigantes como Coca-Cola y Pepsi abandonaron la Asociación de la Industria del Plástico. ¿Algo está cambiando en las grandes multinacionales?

Este paso no supone un cambio significativo, es la respuesta a una creciente presión social, pero, en el caso concreto de estas corporaciones no implica un verdadero cambio. Sí hay otros ejemplos de empresas que toman decisiones importantes dentro de sus modelos de negocio para avanzar en materia de sostenibilidad. El ejemplo lo dan aquellas que apuestan por incorporar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y adaptan sus modelos de negocio para poder avanzar hacia ellos.

El caso de las corporaciones de refrescos, que venden un producto con alto impacto para la salud de las personas que lo consumen y el medio ambiente, tiene difícil solución. Básicamente lo que ha cambiado con estas corporaciones  es que se han apuntado a la corriente de las falsas noticias. El orden de las palabras es clave. Sería una noticia si estas corporaciones anunciasen que dejan de utilizar envases de usar y tirar en su modelo de negocio, pero ¿qué importa que dejen una asociación americana que se dedica a estudiar un material que, por otro lado, seguirán utilizando cada vez más? Insisto en lo de la asociación americana porque, en España, estas empresas siguen financiando las organizaciones que hacen posible el uso de plásticos de usar y tirar y que atacan activamente a quienes plantean alternativas al modelo actual de gestión de residuos de envases.

Así pues, lo que ha cambiado es la capacidad para dominar el discurso y crear la sensación de que hacen algo por el planeta mientas mantienen un modelo de negocio insostenible, con un alto impacto en términos económicos, sociales y ambientales. Invierten mucho dinero en proyectos cuya finalidad es evitar la crítica y desmontar el activismo contrario a sus intereses comerciales.

Eres muy activo en redes sociales. En Clickoala tenemos la sana ambición de poder llegar a toda clase de público, tanto con intereses medioambientales como los que aún no lo tienen. ¿Crees que las redes son el mejor medio para poder llegar al gran público?

Supongo que para una gran corporación, una persona famosa o una agencia de comunicación sí, pero para una persona particular, como es mi caso, no lo son, salvo cuando alguien como vosotros recoge el mensaje y lo amplifica. Internet sí permite compartir información e inquietudes con un entorno ampliado de personas que, de algún modo, pueden establecer relaciones con gente a la que, de otro modo, ni siquiera conocerían. Pero las herramientas sociales de Internet son modelos de negocio en los que sólo se llega a todos los usuarios como se hace en los medios tradicionales: invirtiendo en potentes campañas de publicidad. 

Has comentado que una de las soluciones a la crisis medioambiental actual es que los consumidores tomen decisiones de compra más sostenibles y de cercanía. ¿Qué crees que falta para que una mayoría de consumidores acojan este tipo de consumo sostenible?

Es complicado. Faltan opciones e información. El modelo nos tiene sumidos en una vorágine que no nos deja ver las alternativas que tenemos a nuestro alcance. Nos metemos en el coche para ir a hacer la compra una vez cada quince días y escapar de la ciudad una vez al mes. O encargamos la compra por Internet y luego nos encerramos una hora en el gimnasio.

Quizá podríamos resolver muchas de nuestras necesidades paseando por el barrio, dedicando una tarde a la frutería, otra a la charcutería. O el sábado por la mañana a hacer la compra en el mercado. Pero nos hace falta tomar conciencia de que con nuestras decisiones contribuimos a mejorar los barrios y ciudades que habitamos o externalizamos pobreza y miseria hacia el resto del planeta y nuestro propio futuro.

Falta que cada persona se pare a pensar en si tiene opciones de hacer las cosas de otra forma. Está bien protestar contra las frutas y verduras plastificadas, pero basta con acercarse a una frutería de barrio para encontrar esos productos a granel. Y de mucha más calidad que en el hipermercado. ¿Tenemos ganas de encontrar el momento para comprar sin envases de plástico o nos conformamos con subir fotos a Instagram?

Parece que en el mundo empresarial sale rentable entrar en conceptos como la sostenibilidad y la defensa del medio ambiente. A veces está claro que es sólo marketing o relaciones públicas, pero en otros casos, existe un interés real. ¿Cómo podemos ayudar al consumidor a discernir entre unos y otros?  

Existen varias formas de diferenciar lo que es propaganda verde y lo que es una verdadera a puesta por la sostenibilidad. Se puede reconocer fácilmente un discurso vacío porque no se refiere al modelo de negocio de la organización que lo emite. Suelen ser mensajes grandilocuentes que no hablan de las materias primas, la mano de obra, los procesos industriales o los residuos de esa empresa. Desvían la atención a otras cuestiones que están fuera del alcance de su actividad.

En la década de los años noventa la Unión Europea puso a disposición de empresas y consumidores una serie de instrumentos para evitar el engaño basado en la creciente conciencia ambiental de los consumidores. Son tres reglamentos de cumplimiento voluntario que permiten acceder a distintivos ambientales a las organizaciones que verdaderamente apuestan por la sostenibilidad: Etiqueta Ecológica, para productos de consumo como ropa y calzado, electrodomésticos, productos de limpieza, alojamientos turísticos…; Reglamento EMAS de Ecoauditoría y Ecogestión, que no se refiere al producto pero sí al impacto que genera la actividad de la empresa; agricultura ecológica, que garantiza la producción de alimentos aplicando criterios científicos para la preservación de los ecosistemas productivos.

Estos sellos permiten diferenciar a empresas con mensaje verde y aquellas otras que realmente estudian el ciclo de vida de los productos o servicios que ponen en el mercado e integran cuestiones sobre sostenibilidad en su cadena de valor. Así, la Etiqueta Ecológica Europea para el textil incluye criterios que van desde el origen de las fibras de los tejidos a las condiciones de la mano de obra que fabrica las prendas que se acogen a este distintivo.

Clickoala es, entre otras cosas, un buscador de productos sostenibles y éticos tanto para el medio ambiente como para las personas. Nos basamos en sellos y certificaciones validados por expertos. Y queremos aprovechar que eres una referencia de la sostenibilidad para que nos puedas recomendar algunos que consideres son confiables.

Personalmente sólo me fío de los que se basan en un reglamento de rango legal y requieren de algún tipo de intervención por parte de la Administración. Son, como comentaba antes, Etiqueta Ecológica Europea, Reglamento EMAS y Agricultura Ecológica.

También son interesantes aquellos basados en estándares ISO o UNE que requieren certificaciones por organizaciones independientes acreditadas por ENAC.

A partir de aquí se abre un amplio abanico de sellos privados que certifican distintas cosas desde diferentes puntos de vista. Algunos se basan en estándares ISO, otras tienen el apoyo de organizaciones sociales y ambientales, lo que me inspira mucho respeto y me ayuda a decidirme por esos productos.

En otros casos estamos ante sellos de un sector o de una corporación, que si bien pueden ser igual de rigurosos o más que los anteriores, no responden tanto a un interés colectivo como a la necesidad concreta de una o varias empresas.

Si hay algo que hemos podido comprobar de tus mensajes es que te mojas. Podrías confesarnos algunos sellos o certificaciones que consideras que no son fiar.

 Me sobran enemigos, por lo que me vais a permitir que no nombre sellos concretos. En general las autodeclaraciones de la industria cosmética y las certificaciones de la industria textil me parecen sospechosas. En la guerra contra el plástico de un solo uso han florecido certificaciones sobre tejidos que no garantizan el origen de la materia prima o las condiciones de las personas que los trabajan. Son certificaciones que ocultan aspectos que no soportarían una revisión bajo el esquema de la Etiqueta Ecológica Europea o Ecolabel.

También está el caso de sellos que me merecen toda la confianza, como FSC –sobre gestión forestal sostenible- pero que se utilizan de manera perversa sobre algunos productos, como es el caso de los envases de cartón para bebidas. Los briks con envases complejos, que tienen varios tipos de plástico, aluminio y cartón. Son difíciles de reciclar, tanto que actualmente en España no se reciclan al 100%, pero cuando se acogen a FSC, que sólo afecta a la parte del cartón, se ponen en el mercado como una solución ecológica y renovable que dista mucho de la realidad.

fsc en tetabrik

¿Qué referente nos recomiendas entrevistar para poder compartir consejos sobre consumo responsable? ¿Qué pregunta le harías?

Tengo muchos referentes en materia de sostenibilidad, tanto desde el punto de vista personal como profesional y en la mezcla de los dos ámbitos. Preguntaría a Mercedes Gutiérrez cómo se consigue que una gran corporación asuma, como modelo de negocio, la responsabilidad de equipar hogares sostenibles. O a Cristina Freire cuando va a volver a España a aplicar en casa todo lo que está consiguiendo fuera. También le preguntaría a Isabel Vicente cuándo podremos leer un libro suyo sobre cómo reducir el impacto ambiental de nuestros hogares. O a Leire por su apuesta por una vida analógica. A Eduardo Perero cómo se conjugan los egos del sector ambiental a Sergio Tirado y José Luis López sobre la temperatura ideal para una climatización sostenible y a Alberto Navarro la pregunta definitiva ¿podemos salvar el mundo comiendo filetes de ternera?

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